Estrenamos la nueva temporada hablando de una herramienta que todos tenemos en el bolsillo, aunque a veces ni la valoremos: el correo electrónico.
Quizá pienses que usas más WhatsApp o que tus redes sociales son más importantes. Pero lo cierto es que tu correo sigue siendo la llave maestra de tu vida digital.
¿Sabías que sin correo electrónico no podrías recuperar la contraseña de algunas de tus redes sociales, de tu plataforma favorita de streaming o de esa tienda donde quieres comprarte las nuevas zapatillas? Posiblemente todo lo tengas conectado a esa dirección que diste cuando te estrenaste tu móvil y te pidió un email.
Por eso, más allá de ser un buzón digital, el correo electrónico es un dato muy importante, tanto que se considera un dato personal. La ley de protección de datos lo reconoce como tal, y cuidarlo debería ser tan natural como cuidar el DNI o las llaves de casa.
UNA SOLA LLAVE NO DEBERÍA ABRIR TODAS LAS PUERTAS
Vamos a empezar por un error muy común: usar siempre el mismo correo para todo.
Imagina que tienes una única llave para tu casa, tu coche, la taquilla del gimnasio y la oficina. Si la pierdes, lo pierdes todo. Pues eso pasa cuando usamos un solo correo electrónico.
Con esa dirección nos registramos en redes sociales, compramos entradas para un concierto, pedimos cita en el médico, nos damos de alta en una web que quizás solo usemos solo una vez… y al final queda un rastro enorme de nosotros en Internet. ¿Problema? Que si esa cuenta se ve comprometida, todo queda expuesto.
Lo ideal es diferenciar usos:
- Una cuenta para lo personal.
- Otra para lo profesional.
- Y otra más para registros temporales o pruebas.
Pero claro, mantener tres o cuatro cuentas activas no es tarea fácil: hay que revisarlas, poner contraseñas diferentes, organizarlas… Y ahí es donde mucha gente tira la toalla y se queda con la opción cómoda: una sola cuenta para todo.
EL TRUCO DEL ALIAS CON EL “+”
Por suerte, existe un truco poco conocido: los alias.
Casi todos los servicios de correo, como Gmail u Outlook, permiten añadir un “+palabra” después de tu dirección.
Un ejemplo: si tu correo es maria@gmail.com, puedes registrarte en una tienda online como maria+tienda@gmail.com. El mensaje llegará igual a tu bandeja, pero tú sabrás que lo diste en esa web.
Ventaja: si un día empiezas a recibir spam en esa dirección, sabrás quién filtró tu correo.
Esto es muy útil para mantener un poco de orden sin necesidad de abrir nuevas cuentas. Y puedes crear tantos alias como quieras: +viajes, +suscripciones, +banco.
CONTRASEÑAS Y SEGURIDAD EXTRA
Claro, que de nada sirve tener varias cuentas si todas usan la misma contraseña. Aquí no nos cansaremos de repetirlo: cada cuenta con su propia clave.
Sé lo que estarás pensando: “pero yo no puedo recordar tantas contraseñas distintas”. Y tienes razón. Por eso, lo mejor es usar un gestor de contraseñas.
Ya hablamos de ello en otros programas: es como una caja fuerte digital. Guardas todas tus claves ahí y solo tienes que memorizar una contraseña maestra.
Y además, activa siempre que puedas la verificación en dos pasos.
Ese momento en que te llega un código al móvil o tienes que confirmar en una app es un poco pesado… pero si alguien roba tu contraseña, ese segundo paso le bloqueará el acceso. En ciberseguridad hablamos de “capas de protección”: cuanto más difícil se lo pongas, más probable es que el atacante se canse y busque a otra víctima más fácil.
Por cierto, un consejo sencillo: bloquea el acceso al correo en el móvil con PIN o huella, igual que proteges la pantalla.
BUENAS PRÁCTICAS AL USAR EL CORREO
1. No expongas direcciones ajenas
Seguro que alguna vez te han incluido en un correo con decenas de direcciones a la vista. Error enorme.
Si vas a mandar un mensaje a muchas personas, usa siempre el CCO (copia oculta). De esta manera, proteges la privacidad de todos los destinatarios y evitas que sus direcciones circulen sin control.
2. Ordena tu bandeja
¿Tu bandeja de entrada parece un cajón desastre? No eres el único. Pero una cuenta desorganizada es también una cuenta insegura.
Dedica un rato a crear carpetas o etiquetas: “suscripciones”, “facturas”, “familia”. Y si tu correo lo permite, configura reglas para que los mensajes entren directamente en su sitio.
Si no, al menos dedica un día al mes a limpiar lo que ya no sirva. Igual que vacías el trastero, vacía tu correo.
3. Cuidado con los adjuntos
La mayoría de las estafas y ataques de ransomware a empresas empiezan con un correo con adjunto.
Un supuesto currículum en Word, una factura en PDF, una foto… Al abrirlo, el malware se instala.
Regla de oro: si no esperabas ese archivo, no lo abras. Y si tienes dudas, pregunta primero.
4. Comprueba el remitente real
No basta con mirar el nombre. Si ves “Banco Santander”, no significa que lo sea. Mira siempre la dirección completa. Muchas veces tienen pequeños cambios: una letra de más, un dominio extraño.
Y ante la mínima sospecha: mejor borrar que arriesgar.
5. Elimina lo sensible
¿Has enviado tu DNI o una nómina por correo? Normal. Pero lo que no es normal es dejar ese documento almacenado años en tu bandeja de entrada.
Si ya no lo necesitas, bórralo. Así, si alguien entra en tu correo, encontrará menos información valiosa que robar.
CONCLUSIÓN
El correo electrónico no es una reliquia del pasado: sigue siendo el centro de nuestra identidad digital.
Es un dato personal protegido por la ley, y cuidarlo es nuestra responsabilidad.
Usa contraseñas seguras, activa la doble verificación, organiza tu bandeja, desconfía de lo inesperado y borra lo sensible.
Porque al final, tu correo es como la cerradura de tu casa digital: si la cuidas, todo lo demás estará mucho más seguro.
Y recuerda: en ciberseguridad, la prevención es el mejor antivirus.
Extracto del programa Mediodía COPE en Cantabria. Puedes escuchar el programa completo aquí.







